Llega el calor, y con él llegan también los paseos largos por el campo, parques o jardines. Sabes bien que a tu perro le encanta volverse loco y corretear como si fuera el primer día que ve la calle… o revolcarse por el suelo por las zonas más sucias que pueda encontrar (cosa que a ti te hace especial ilusión si le acabas de bañar… jejeje)… o simplemente seguir un rastro perdiéndose entre la maleza, como si fuera el rey de la selva persiguiendo la presa de la cena. Y a ti te encanta… te encanta ver cómo se lo pasa tan bien, disfrutar de su alegría y sus juegos, ¿cómo imaginar que algo tan divertido pueda causarle algún daño? No lo imaginas hasta que no pasa, hasta que no te ves en la consulta con la noticia de que “tu perro tiene una espiga, tenemos que sacarla”. ¡¡¡No os alarméis!!! Vamos a explicar por qué son tan peligrosas, y cómo podemos prevenirlas.
Con la llegada de la primavera insistimos especialmente en la necesidad de proteger a nuestras mascotas frente a la picadura de mosquitos, garrapatas, pulgas y piojos.
Estos pequeños artrópodos se encuentran en fachadas de edificios y casas, patios, jardines, parques, siempre en zonas habitadas donde pueden encontrar animales de los que alimentarse. Las temperaturas medias y cálidas favorecen su desarrollo, siendo esta época ideal para su reproducción, ¿sabíais que una sola garrapata puede poner entre 4000 y 7000 huevos, que un flebótomo sólo necesita picar una vez a nuestro perro para infestarlo con Leishmania de por vida o que una pulga pone una media de 20 huevos al día repartiéndolos por toda nuestra casa?
Además de ser un problema por las molestas picaduras que causan, provocando reacciones alérgicas y dermatitis, también son los principales transmisores de graves enfermedades infecciosas como filariosis (problemas cardiorrespiratorios), leishmaniosis (patologías cutáneas, renales, hepáticas) bartonelosis (gingivitis, uveítis, fiebre, linfadenomegalia) y ehrlichiosis (depresión, anorexia, hemorragias, anemia, fiebre), entre otras.